El lenocinio, o como comúnmente conocemos, prostitución, es uno de los principales temas tabú, ¿pero que es realmente?. Es un negocio mil millonario que
ofrece como género a la mujer. Según estimaciones del INE, supone en nuestro
país el 0,35% del PIB, Policía Nacional calcula que podrían ser más de 1.825
millones de euros al año. Estas mujeres están despreciadas por la sociedad, que
es la misma que demanda el trabajo, y son utilizadas y esclavizadas.
Las mujeres que ejercen la prostitución son mayormente pertenecientes a familias al borde de la exclusión social o que ya están en ella, muchas de ellas inmigrantes. Viajan con el sueño de encontrar un trabajo digno con el que ayudar a sus familias, pero cuando llegan viven un verdadero infierno de extorsión, malos tratos, explotación, y demás agresiones. Otras tantas, son personas con un estado muy elevado de escasez y necesidad que recurren a este empleo porque no tienen más opciones de salir adelante.
Donde más se dan estas situaciones son en países como Tailandia o Puerto Rico. Y solo en Europa un millón de mujeres estarían siendo explotadas. También se utiliza como moneda de cambio y muchas veces para hacer frente a dependencias.
Entonces, ¿es lícito impedir la prostitución cuando las personas que la ejercen lo hacen voluntariamente?, este es el kit de la cuestión, mi opinión es un rotundo sí. Es alarmante que tan solo un 1% de este sector trabaja por voluntad propia, mientras que existe un 80%-90% de mujeres en España que son "traficadas", es decir, víctimas de la trata.
La
explotación sexual posiciona a las mujeres como "oferta" y a los
hombres como demanda. Se le pone un precio, se vende como mercancía.
Ante
el argumento de que cada persona puede vivir libremente su sexualidad, podemos
decir que la prostituta está bajo la orden de la persona que paga, la única
libertad la tiene el cliente.Y todo esto sin pensar en las consecuencias que tienen respecto a la salud.
En países
donde se ha legalizado y regularizado este negocio tales como Alemania o
Holanda, la mayoría de las trabajadoras no han formalizado su situación.
Impedir la legalización
de la prostitución tiene como fin perseguir mafias, penalizar proxenetas y
sensibilizar al cliente.
El sector femenino no es un objeto de consumo, aunque muchas
veces se nos trate como si lo fuera (solo hay que verlo en los anuncios
publicitarios), no se nos puede manejar al antojo del cliente. Somos seres
humanos, y tenemos derechos que con este trabajo se ven vulnerados y en
incontables casos violados. No debería existir el estado en el que una persona
tenga que recurrir a ponerse precio por un par de horas. Cuando se erradique
con la idea de "las mujeres como consumo" y "los hombres como
demandantes" de este, habremos ganado gran parte de la igualdad.
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